miércoles, 16 de febrero de 2011

Quieren incorporar Ricardos al patrimonio cultural

La popular confitería, fundada a mediados de la década del ’70, ha visto pasar a varias generaciones de bolsoneses, pobladores de la región y turistas.





El edificio, frente a la plaza Pagano, fue inaugurado el  15 de febrero de 1975 y durante muchos años fue (y es) escenario de buena parte de actividad social y política lugareña.
Creado por Ricardo Muhall y Ricardo Cabral (eternos clientes del hotel Piltriquitrón), respondió desde entonces a la demanda de un lugar “cómodo” para los escasos 3.000 habitantes de aquella época cuando el turismo era todavía una quimera y llegar a El Bolsón demandaba cuatro horas por rutas de tierra desde Bariloche.

Ya en los albores de la democracia instaurada en 1983, la confitería fue utilizada por igual por “los  referentes de los distintos partidos políticos rionegrinos y chubutenses, que se reunían a planificar las estrategias que conducirían a la nueva vida política en nuestro país, con la llegada de Raúl Alfonsín a la presidencia”, valoró la concejal cecilia Gori, autora de la iniciativa legislativa para incluirla dentro del patrimonio cultural tangible.

Con el paso de los años, la estructura fue teniendo cambios y las calles circundantes recién se pavimentaron hacia mediado de los años ’80. Hoy, en la misma plazoleta de la calle Roca funciona la oficina de informes turísticos.

Datos aportados por “Caio” Cabral, hijo del primer concesionario, el arquitecto de la confitería fue Juan Carlos Giúdice, con edificios construidos en la década del 70, durante la gobernación de Mario José Franco y la intendencia de Antolín Díaz González cuando el director de Turismo era Sigfrido Janet.

Historia


Gente de Lago Puelo, El Hoyo y el resto de la comarca que llegaba temprano a El Bolsón para hacer sus trámites, ir al banco, hablar por teléfono a larga distancia o tomar un micro, pronto adoptó a Ricardos como su lugar preferido para hacer tiempo o reunirse con conocidos.

A media tarde, los alumnos secundarios del Comercial y del Instituto Estrada llenaban las sillas con su bullicio y tomar limonada. Un poco más tarde, las señoras del pueblo pasaban a tomar el té y dejaban paso a caballeros que hacían allí sus tertulias entre vermouth y picadas.

Gori recuerda que “también fue lugar donde aquellos jóvenes hippies en la década del ‘70, que vendían sus productos y artesanías en la incipiente feria regional, esperaban la llegada de  los giros postales que sus padres les enviaban, para continuar su experiencia de vida en la comarca”.
La confitería tuvo distintas denominaciones, nació como Ricar-dos, y fueron sus primeros concesionarios y creativos Ricardo Cabral y Ricardo Mulhall (de ahí la denominación del lugar). Parece que el nombre fue idea de Alicia Marabolis, esposa de Cabral.
La historia de esta confitería “es la historia de una amistad, ya que Ricardo Mulhall se encontraba con problemas de salud y desocupado. Entonces, su amigo Ricardo Cabral, junto con el intendente Antolín Díaz González, decidieron ayudarlo y en un espacio -propiedad del municipio-, construyeron la confitería. De esa forma le buscaron una ocupación e ingresos”.

Al parecer, Muhall “era un bohemio y un buscavida, perteneciente a una tradicional familia porteña de origen inglés. Luego de algunos traspiés económicos se instalé en El Bolsón con su vieja estanciera -reconocida en todo el pueblo-,y  durante muchos años vivió alojado en el hotel Piltriquitrón. Poco pudo disfrutar su nueva ocupación ya que falleció al año de la apertura de la confitería.

Fueron los Ricardo los que hicieron conocer a los lugareños la hamburguesa y los tostados, ya costumbre en Bariloche en la tradicional confitería “La mamadera”, paradero habitual de muchos “bolsoneros”.

En sus comienzos, el mobiliario de Ricardos fue de estilo frailero,diseñado también, por Juan Carlos Giúdice, y “ya en aquel entonces los artistas de la incipiente aldea exponían sus obras en el salón, convirtiéndolo en un ámbito cultural”.

La ornamentación de la primera confitería fue realizada por el artista García Morillo, “con sus impecables batik, Además, expuso sus esculturas el entrañable Levi Freizstav, entre otros”.

Asimismo, “aparte de ser uno de los pocos sitios de reunión de aquella pequeña localidad, como era El Bolsón en la década del 70, era el lugar elegido para que sus  clientes leyeran la últimas novedades de los diarios que llegaban después de la 17, en la camioneta de Diego González. Son innumerables las anécdotas risueñas y no tan risueñas que podemos rescatar de la vida de Ricardos”, dice Gori en su proyecto.

Una vez concluida la concesión de “los amigos”, su nombre fue llevado al espacio del hotel Cordillera, propiedad de Gustavo Yasky permaneciendo por escaso tiempo abierto con tal denominación.

Mas adelante, “el  viejo y querido edificio tuvo otros denominaciones y otros concesionarios: La Tosca, 1915, hasta que finalmente sus nuevos concesionarios han decidido reflotar la historia del lugar reinstalando su el nombre de Ricardos”.

Este lugar, de “incomparable ubicación, tan caro a los sentimientos y a la historia de la ciudad, debe ser resguardado como patrimonio cultural material o tangible”, reclama la edil del radicalismo en su planteo.

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